sábado, 29 de enero de 2011

Martes, 13 de febrero (III)

Querido diario: 
Hoy me siento extraña, sí. No sé, es como una sensación rara. Rara pero bonita. ¿Te acuerdas la última vez que empecé a escribir así? Hace mucho tiempo ya, ¿eh? vaya que sí, un año y pico. He conocido a alguien, ¿sabes? Bueno... conocido... creo que decir eso es demasiado. Alguien recogió el barquito de papel que se me cayó al salir del tren y me lo quiso devolver. Me hizo gracia, pero a la vez me produjo ternura... No era mucha cosa, era alto y delgado. Con una barbita de dos días que le daba un punto de picardía que me encantó. Le dije que si había encontrado ese papel, era porque era especial para alguien en ese momento. Lo que no sabe es que se lo dije de verdad. Ahora me siento observada, pero bah, serán cosas mías. Bueno, a lo que iba. No sé como puedo hacer para ver de nuevo a ese chico. O sí. Voy a ir a buscarlo. Total, si se ha ido en tren, tiene que volver algún día, ¿no? 
                                                                                                                        
Y mientras Joss, en la calle, pensando cómo acercarse. Y va a tocar a ese timbrecito que tiene un sonido precioso, infantil y a la vez gracioso. Como ella parecía ser. Pero se vuelve. Y va otra vez, y casi sin querer... Din, don... Oye pasos y ahí la tiene, delante. A "la chica del barquito de papel, la rara y difícil a la que le gustan los chicos raros, como yo". Y ella se queda paralizada. 
- Este diario parece que hace magia. - Piensa. 






Pd. Continuará, claro que sí... :)

viernes, 21 de enero de 2011

Martes, 13 de febrero (II)

Era increíble la curiosidad que sentía por aquella chica hasta ahora desconocida. Algo le atraía a ella, como si de un imán se tratara. Eh, eh, ¡que la pierdes! - Se dice, y entonces la ve entrar a una casa. Casita, diría él. Resalta entre las demás, no es blanca, tiene la fachada de un rosa palo que llama la atención. También resalta porque las dos casas que hay a ambos lados parecen gigantes. Es pequeña. Pequeña, bonita y seguro que como ella, especial.- Piensa. Se enciende una luz dentro de ella. Es una lámpara grande, y ve a la chica sentada en una silla con un bolígrafo en la mano. Piensa en varias profesiones. A lo mejor es escritora, o periodista, o maestra o quizás solo está escribiendo lo que le ha pasado hoy, o dibujando alguno de sus barquitos de papelSupone que está escuchando música, mueve los labios. O quizás piense en voz alta. 
- Mierda. Creo que estoy hablando en vez de pensando. - Dice al ver que dos niños lo miran con caras raras.
- Pues sí, tío. Más que pensar, o hablar, deberías actuar. Se llama Claudia, es un poco rara y difícil, pero si a ti te gusta... ve a por ella. Literalmente. Tengo entendido que le gustan los tíos raros, y por lo que veo tú lo eres bastante.
Y lejos de enfadarse porque un crío le ha dicho que es "raro" se lo agradece.
- Sí, voy a ir a por ella. Literalmente. Gracias, chico.


Pd.  Conócelos desde el principio aquí :)

miércoles, 19 de enero de 2011

Martes, 13 de febrero.

Martes, 13 de febrero. En la estación de Gare du Nord, en París. Ella, Clau, una chica normal, o no tan normal- altísima, rubia y con los ojos de un verde precioso- está llegando y como cada vez que se monta en el tren, ha hecho un barquito de papel con la frase "Ahora tú eres especial para alguien" para dejarlo en el asiento. Él, Joss, en la otra punta de la estación, corriendo como un loco con una mochila enorme a cuestas. No sé si por causa del destino, de la casualidad, de la torpeza de ella o de la buena suerte de él, a Clau se le cae el barquito que se le enganchó a la falda justo cuando pasa por delante de Joss. A pesar de la prisa que lleva, se para por la curiosidad que le ha despertado ese papelito, y sobre todo, para devolvérselo. Lo lee. Sonríe. Y siente algo por dentro. No sabe qué es. 
- Ey, se te ha caído esto... 
- ¿Es a mí? A ver, déjame ver... Ah no, eso es para ti, ¿ves? ahora eres especial para alguien. Lo he hecho para ti.
- ¿En serio? 
- Si ha terminado en tus manos es porque era para ti cuando lo hice.- Dice, y se marcha con un adiós de mano y una sonrisa de oreja a oreja. 
- Un... mo...mento... Vaya. 


Y se ha ido. Y si él coge ese tren quizás no, seguro no la vuelve a ver. Es importante lo que tiene que hacer, pero es más importante aún eso que se le ha movido, así que opta por seguirla. Mira de nuevo el barco, vuelve a sonreír y la busca con la mirada. Ahí está. Voy a por ella. Literalmente. 


Pd. Esto continuará en otras entradas :) 

domingo, 16 de enero de 2011

Ahora, me gustaría (poder decir)

Ahora, en este preciso instante, me gustaría tenerte en frente. Decir te quiero y esperar ilusionada un "yo también". Ahora, me gustaría poder abrazarte. Que supieras que los abrazos de oso son mi especialidad y me pidieras siempre uno. Además, ahora he aprendido a darlos genial. Me gustaría contarte de mí, que me gusta cantar, leer, el cine, el chocolate, el inglés y escribir; que me da miedo la oscuridad y casi todo. Decirte también cómo soy, o mejor, que lo comprobases tú mismo. Decirte qué me ha pasado, qué me han o he hecho, el por qué de por qué soy así, como me ves y sobre todo, contarte todo lo que me gustaría hacer contigo. Ahora, en este preciso instante, me gustaría poder tenerte, para compartirme contigo y tú conmigo. Me gustaría poder tener a alguien que leyese esto y dijese: Este soy yo, y pienso lo mismo. 

sábado, 15 de enero de 2011

Hoy no he sido yo.

Hoy creo que he aprendido que no todo lo que uno quiere e imagina, llega cuando uno lo quiere e imagina, así aunque no quiero me veo obligado a vivir a la mitad de mis sueños, como si tratara de alcanzar aquello que aún no llega... Allí me veo, en medio de ese sitio que imagino, con la gente que imagino, bajo el cielo que imagino. Puedo quedarme si quiero, sería como cerrar mis ojos y sencillamente volar, aparecer en un instante lejos del bullicio y la confusión de nuestros días, muy lejos de la soledad. Pero hoy, en este instante que también se perderá como todos en las páginas del tiempo, hoy frente a algo que dejará de existir, me imagino frente a ti, me gusta y escojo la idea de tenerte, y sin cerrar los ojos te veo aquí, tan cerca de mí que vuelve el reflejo de tu risa, me siento entonces como un gigante…


No, hoy no he sido yo. Hoy no os vais a meter en mi mente. Eso de ahí arriba me ha puesto la piel de gallina al leerlo. Creo que debería haber más gente que se exprese así y sobre todo que sea así, como el autor de esta entrada. J.L :)

miércoles, 12 de enero de 2011

Dream. Así se llamaba. Bueno, en realidad no sé cómo se llamaba realmente, mi intuición me dice que ese no era su nombre. Mi intuición y ella misma. Cuando la conocí me explicó que siempre quiso tener un nombre mágico, quizás porque ella también lo era; me dijo también que podía llamarla como quisiera siempre que fuese inusual y que la describiera. Había gente que la llamaba Happiness, otros Smile, (lo que no termino de entender, es por qué todos en inglés, pero supongo que era parte de la magia) infinidad de nombres que en realidad no eran el suyo, simplemente que la describían. Así que yo, decidí llamarla Dreamer, soñadora. Pero ¡sh! es un secreto que solo ella y yo (bueno, y ahora tú) sabemos. ¿Que por qué le puse ese nombre? Porque un día cuando yo tomaba un batido de vainilla (sin hielo, claro) en el parque y ella se columpiaba, me contó que le encantaría volar. Que era su sueño. Bueno, uno de ellos. Pero ese el más importante. Me decía que lo había intentado como Mari Poppins y como Peter Pan, pero que no le había salido. Así que un día decidió probar con una falda larguísima que tenía su madre y un paraguas por si no funcionaba. ¡Y lo consiguió! No sabía cómo, ni por qué, pero lo consiguió. Y se sintió como un pájaro, un pájaro que podía ir donde quisiera y ver todo desde otra perspectiva. Fue al zoo, al parque de atracciones, a comprar algodón de azúcar, a ver a su amiga que hacía mucho que no veía porque vivía en la otra punta de la ciudad. Hizo todo lo que siempre quiso hacer. Incluso saludó a dos señoras que iban montadas en avión curioseando por la ventanilla. Y su cara de asombro, le provocó tal orgullo de haber conseguido lo que siempre había querido que empezó a reír, a llorar, reír, llorar... pero no notaba las lágrimas, ya que en el cielo las únicas lágrimas que hay es la lluvia, así que no les dejaban estar allí, porque eran feas y tontas. Y volvió a casa y se durmió feliz. Por todo eso la llamé así. Con todo esto lo que quiero decir es que ningún sueño es imposible, por muy inalcanzable que parezca. 

domingo, 9 de enero de 2011

Siempre había pensado que era un poco rara. Y no iba desencaminada del todo, aunque yo, más que rara, la llamaría diferente. Disfrutaba con cosas que casi nadie hacía, como comer encima de la lavadora cuando daba saltitos, pasarse las tardes leyendo libros infantiles y sonriendo con cada una de las palabras que ahí venían escritas, ir despacio a todos sitios aunque llegase tarde y cosas así. También disfrutaba comiendo fruta confitada con batido de vainilla. De vez en cuando le gustaba hablar con el peluche gigante que un día alguien le regaló (eso es otra cosa, era tan despistada que a veces se olvidaba hasta de su nombre. Por eso tenía muchos: Anne, María, Clara, Julia, Ella... y una larga lista). Sabía que él sí la iba a escuchar sin mediar palabra, sin quejarse por lo pesado o triste de sus infinitos relatos y además le iba a guardar el secreto para siempre. Nunca confió plenamente en nadie, pues prefería eso de mejor sola que mal acompañada, por eso mucha gente la consideraba antipática. Pero no era para nada así. Le gustaba hacer feliz a la gente, así que dejaba barquitos de papel cuando se montaba en el autobús para el que viniera detrás y así arrancar al menos una sonrisa. Siempre quiso ser eternamente niña, así que cada día llevaba falda, que le recordaba a su infancia. Siempre había pensado que era un poco rara, pero ¿a que ahora tú no la consideras así? A mí me transmitió mucha ternura cuando la conocí. 

sábado, 8 de enero de 2011

Les gustaba quererse hasta la saciedad. Ya fuese en la cocina, el salón o en la cafetería de enfrente de Starbucks que siempre estaba casi vacía. Sabían que habían nacido el uno para el otro, y por qué no decirlo, sabían que nadie se quería en ese momento tanto como ellos. Les gustaba también reñir de vez en cuando. Pero nunca en serio. Siempre que discutían acababan reconciliándose y diciéndose todo lo que sentían. Por eso, más de una vez, ella provocaba con una excusa de lo más tonta esas "discusiones" si es que se podían llamar así. 
- ¿Por qué no has puesto nata en mis fresas?
- Nunca te ha gustado las fresas con nata... ninguna fruta te ha gustado con nata, tonta. 
- ¿Y tú qué sabes?
- Porque te conozco más que nadie.
- O no... 
- Venga ya... sabes que sí, chiquitina. 
- ¡Te odio!
- Sabes que no puedes odiarme. 
- ¡Uf! Siempre consigues que no me enfade... 
- O tú siempre haces algo para que nos reconciliemos después, es relativo eso.- Y sonríe levemente. 
- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. 
- Ven aquí, anda. 
Y así vuelven a ese estado de enamoramiento máximo por el cual muchas personas los tratan de locos. Pero ¿y qué? Se quieren, y eso es lo que importa. 

martes, 4 de enero de 2011

¿Qué haces, Clar?

La encontró allí, en una esquina de su habitación con las paredes rojas hecha un ovillo de carne. Estaba temblando y, a pesar del ruido que hacían las persianas al golpear en las ventanas, podía escuchar un sollozo de vez en cuando. Aunque esa escena en otro contexto le habría parecido muy fuerte, esta vez esbozó una media sonrisa acompañada de un suspiro de resignación de la buena. "¿Qué haces, Clar?"  Ella alzó la cabeza y sin lágrimas (aunque quería llorar para que él la abrazara) le dijo: "Eres tonto...". (Llevaba ahí un buen rato pensando si jamás iba a venir a reírse de ella sin maldad. Y vino, claro que vino.) Él, abriendo más su media sonrisa y dejando entrever esos dientes grandes y blancos, contestó: "¿Tonto? Anda... si estabas deseando que viniese. ¡La tonta eres tú, que te dan miedo las tormentas aún estando conmigo, que sabes que no te dejo a sol ni a sombra!" Y así, sin más, en una tarde tormentosa de esas que tanto odiaba pero de las cuales siempre sacaba un lado positivo (su presencia), se quisieron más que nunca. 

lunes, 3 de enero de 2011

Querido 2011:

2011, de ti espero todo lo que no me ha dado el año anterior. Quiero sonrisas, desamor, amigos de verdad, nada de lágrimas (o poquitas y tontas), pocos días de lluvia, que me ponen triste, muchas flores en mi habitación, que alguien me diga te quiero pero de verdad, ver amanecer con alguien importante, pasar muchísimo tiempo con la gente a la que quiero, "salir, beber, el rollo de siempre", tampoco pido mucho. Ni siquiera pido que sea un año perfecto, pero es que 2010 se ha pasado. Empezó como ningún año empezará y ha terminado bien también, pero los meses se me han hecho largos, difíciles e insoportables en ocasiones; los días pesados y llenos de lágrimas; los minutos eternos y aburridos. No sé, incluso ha habido meses que no tenía ganas ni de levantarme de la cama. Pero este año va a cambiar, sí. Y no porque vaya a ser genial de por sí (que también) sino porque yo voy a hacer que sea mi año, como me han dicho. Voy a hacer que me compense todo lo mal que lo he pasado anteriormente. Tengo confianza en ti, nuevo año. Tengo confianza en que me des todo eso. En que seas un año para recordar no por lo malo, sino por lo bueno. 


¡Feliz año a todos! Espero que el vuestro haya sido mejor y que este sea también genial para vosotros. Dicen eso de "año nuevo, vida nueva" y  yo lo voy a hacer :) Aunque sin borrar el pasado. Me gusta vivir también de los recuerdos.