viernes, 15 de junio de 2012

¡Dreamer está viva! Vuelvo ^^

Tras siete meses de ausencia, vuelvo con más ganas que nunca. Con muchas ideas y con una historia por terminar: CLAU Y JOSS van a seguir con su historia. Espero que aún estéis ahí y que sigamos creciendo aún más. Un besazo enorme. Nos vemos muy pronto.

martes, 22 de noviembre de 2011

Le gustaba el invierno, pero su árbol favorito era la palmera. Qué cosas, ¿verdad?


El invierno le gustaba. Y no era por la nieve que a veces (contadas con los dedos de una mano, por cierto) tapaba levemente las callejuelas de su ciudad. ¡Qué va! Eran tan, tan friolera que eso lo detestaba. Le gustaba esta estación por los vendedores de castañas que te las ponen en conitos. Siempre iba al mismo, el de al lado de la parada del autobús en la que siempre esperaba. Ahí cogía el 25 los lunes, miércoles y jueves; y el 6 los martes y viernes. Aunque a veces el autobusero cambiaba el número y le costaba un montón saber que ese era el suyo. Además, se enfadaba también cuando lo hacía. A ella le gustaban el número 6 y el 25. No otro cualquiera. Pero estaba hablando de las castañas. Le gustaban poco hechas. Si Lu, la señora japonesa que las hacía, se pasaba al hacerlas, se ponía colorada, colorada; y así ella entendía que debía dejar de asarlas ¡o su compradora más fiel explotaría! Le gustaba el invierno. Le gustaba sobre todo por aquel "mimo" callejero que se ponía en la puerta de un gran centro comercial. Era un cuerpo con un sombrero flotante: no tenía cabeza. O al menos, no le asomaba. Lo llevaba viendo desde pequeñita, y cuando lo vio la primera vez, se quedó mirándolo tanto tiempo que se chocó con Lu, la vendedora de castañas. Desde entonces la conocía. Le encantaba ese mimo porque saludaba a la gente cuando pasaban por delante. Arrancaba sonrisas, felicidad. A ella personalmente, le inspiraba ternura. Precisamente aquel día, vio a un hombre de color que estaba super feliz mirando cómo los niños les decían a sus madres: ¡Mami, no tiene cabeza! y esa escena le produjo tal bienestar, que fue entonces cuando decidió que el invierno sería su estación favorita. A pesar de que su árbol favorito fuera la palmera, que era un símbolo del verano.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Lo que escuchaste mientras hacías que soñabas.

Hola. Quizás no te acuerdes de mí, o no quieras reconocerlo porque "estabas dormida". Soy el que entró a tu habitación mientras mirabas con un ojo abierto y el otro cerrado, creyendo que no te veía. Recuerdo el olor a vainilla que había allí, y cómo estabas colocada. Eras muy insinuante, pero a la vez tan dulce... Tumbada boca arriba, con la cabeza girada ligeramente a la derecha, y un brazo encima de la almohada. Las piernas dobladas. Me encantaba mirarte. Cogí esa silla blanca que tenías al lado de la cama, tenía ropa encima, y algún que otro libro, pero no los quité, así te podría sentir más cerca. Empecé a hablarte. Te conté cómo nos conocimos, aunque quizás tú lo recordabas. Lo sé por esa mueca de felicidad que se instaló en tu cara al escucharme. Nos conocimos en un concierto, de aquel cantante que ambos habíamos conocido por casualidad. Y nos miramos cantando a pleno pulmón la misma frase: "Me perderé un millón de veces antes de encontrarme". Algo pasó ahí. Creo que al mirarte me encontré, o quizás encontré lo que llevaba buscando mucho tiempo. Pero no te dije nada. De ti solo podía recordar unos labios rosas y una sonrisa. Nada más, pues te vi de lejos. Te he buscado desde ese día, desde ese 25 de junio te llevo buscando. He paseado mil veces por esta ciudad, mirando a todos sitios por si el Destino quería que nos volviésemos a encontrar de casualidad. Y te he encontrado. La puerta de tu casa estaba abierta, creo que eso sí ha sido el señor Destino quién lo ha hecho. Me he tomado la libertad de entrar y tu aroma me ha traído hasta  aquí. Y me encantaría que fueses lo suficientemente valiente para abrir los dos ojos, no solo uno, y decirme que me echabas de menos también, aunque nunca nos hayamos podido no-echar de menos. Quisiera seguir contándote mil cosas, pero nuestra canción acaba de empezar. El principio ya está, el título y lo demás, tenemos que hacerlo juntos. Una canción sin final. Nuestra canción sin final.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Oxford: Ciudad bella, bellas personas.

A lo largo de nuestras vidas todos conocemos a muchísimas personas. Unas te marcan por haberse portado mal contigo, otras por haber hecho todo lo contrario. Unas, simplemente pasan de largo, mientras personas que podrían haber hecho lo mismo, se quedan a tu lado para conocerte. Esta entrada de apertura de invierno, por así decirlo, no va a ser como vengo haciendo desde que abrí el blog. Va a ser un poco especial, pues no voy a contar una historia de un personaje inventado, ni de una niña dulce a la que le gustaba comer chuches encima de la lavadora; esta vez no. Voy a hablaros de algo que sin duda me ha marcado, de algo que no me esperaba. De personas que merecen muchísimo la pena, de gente a la que va a ser muy pero que muy difícil que yo olvide.


En abril de este año, más o menos, recibí una carta. En esa carta me daban la enhorabuena por haber sido becada para ir a Oxford, quince días en verano. Sólo eso ya era un sueño hecho realidad. Pero no es fácil concienciarte de que vas a un sitio sin conocer a nadie. Bien, ahora es cuando entran en acción mis niños, mis Darlings. Dicen que los comienzos siempre son difíciles, ¿no? ¡Bobadas! Desde el minuto uno, desde ese momento en el avión con Lucía y Juanjo, desde ese "¡Dios, hemos viajado en el tiempo, vuelven a ser las 9!" hasta el abrazo más agridulce que os podáis imaginar, esos quince días han sido increíbles. Creo que jamás me había reído tantísimo en tan poco tiempo, creo que nunca y digo nunca había encontrado personas de mi edad tan afines a mí. Quiero daros las gracias, solo quiero hacer eso. A Lucía, Lorena, Lidia, Juanjo, Javi, Javi Gaitán, Juanda, Salo, Juany y Jose. Mis perlas. Porque (no lo sabéis, pues no os lo he dicho) las perlas en la vida de alguien, son personas que te marcan por algo bueno. Diez perlas para mi collar.


No me voy a poner a recordar momentos de risa, ni de llantos, ni de sustos, ni de "do you want bread? would you like salad?", ni de hacer caritas con la "comida", ni de hablar siempre de lo mismo, ni de paseos por Oxford, o paseos en bus, o Pullens Lane, ni de abrazos, besos, Living Room o rooms a secas, ni de nada, porque todos estaréis (como yo) hartitos de recordarlos y no poder revivirlos. Esto es solo un pequeño detalle para que sepáis que os quiero. Hemos estado conviviendo quince días muy intensos y en mi corazón, siempre, siempre, va a haber un hueco para los que han sido las personas que han contribuido a marcar un antes y un después en mi vida. Gracias una vez más por hacer que pueda ser yo, sin miedo a malas miradas o a risas por lo bajini. Gracias una vez más por ser cada uno, como sois. En la cartita que os escribí en Oxford, ya os atribuí un adjetivo a cada uno. Creo que ahora, sobran las palabras. 


I love you, Darlings. I miss you. 




Aprovecho para decir a mis queridos seguidores que volveré pronto, y con fuerzas renovadas. Volverán las historias sin pies ni cabeza, volverán Clau y Joss y volverán las lágrimas y las sonrisas por amor, desamor, o lo que quiera que sea lo que provocan esas reacciones. Echaba de menos escribir, y ¡no sabéis cuánto!

sábado, 23 de julio de 2011

Hablé con ella. Me llamó. En su voz noté una felicidad increíble que contrastaba fuertemente con la tristeza que también notaba. Siempre me ha fascinado el poder de los sentimientos, cómo se pueden mezclar. Hablamos de qué era de su vida; hacía tiempo que no sabía nada. Me dijo que era muy feliz, que estaba en un momento de su vida que nunca olvidaría. Sus palabras fueron: "Joa, soy la persona más feliz del universo." Me impactó esa forma de poner su felicidad por encima de la todo el mundo. Y me gustó. Me contó que se iba lejos, que iba a cumplir sueños. Pero que iba a echar de menos a alguien. No le pregunté quién era, ella sólo me dijo: "Echaré de menos la forma en que sus manos me tocan con la misma delicadeza que a las teclas de un piano, su respiración, sus "Luego hablamos, guapa", sus fotos que a veces no me gustan, su (son)risa; echaré de menos que me mande un mensaje siempre que piensa en mí. Echaré de menos perderme en él. Pero quizás, quizás, lo que más echaré de menos será escuchar un "te quiero" suyo." Hablaba con tal dulzura de "él", que efectivamente creí que era la persona más feliz del universo. Me contó como empezó todo, y lo más importante, siempre habló de futuro. No le veía un final a eso. Nunca, nunca, habló de "y si algún día..." Lo quiere. Lo sé. Lo sé por la forma en que lloró de felicidad cuando me lo contaba. La envidio, envidio a Bren.



                                                                                                                                                             Aquí empieza mi aventura. 14 días en 
                                                                                                                                                             OXFORD. Voy a cumplir sueños. 

miércoles, 13 de julio de 2011

Le pregunté el porqué de sus idas y venidas sentimentales y emocionales. No obtuve respuesta alguna, cosa que para nada me sorprendió, allí yo nunca existí, jamás tuve voz y voto y no porque no defendiera mis derechos y mis sentimientos; y como siempre pasaba eso, comencé otro monólogo más de esos que tanto me irritaban pero los cuales eran la única forma de decir "estoy aquí".

"¿Sabes? No sé a ti, pero a mí me empieza a cansar ser la marioneta de esta relación, me empieza a cansar el ir detrás de ti o tu estúpido séquito de amigos y amigas que lo único que hacen es meterte mariposas en la cabeza, empiezo a estar harto de no poder expresarme si no es a través de gritos o lloros, de arrastrarme. Quizás sea lo único que mantiene con vida a nuestra relación, mi actitud. No veo que tengas ilusión, ni siquiera cariño hacia esto que hemos tenido, porque ya no tenemos nada. Me parece increíble que todavía no seas capaz de decir nada, ni de hacer una jodida mueca con la cara para demostrar dolor, alegría, tristeza o algún sentimiento. Oh, mira, algo se mueve en ti. ¿Arqueas las cejas? ¿En serio te sorprendes? ¿En serio te "parece fuerte", como tú siempre dices, que me haya revelado por fin? Te quiero. Y por eso mismo, por ese sentimiento que me despiertas, tengo que dejarte ir. O dejarme ir. No te guardo rencor, simplemente te tendré como algo que me hizo saber qué decir cuando nadie habla."

Y así, sin más, dejé de existir para ella, pero esta vez literalmente. No volvió a llamarme, a día de hoy creo que nunca le importé...

martes, 28 de junio de 2011

Un pequeño parón.. :)

ODIO que el blog no tenga foto de cabecera, sé que no queda tan bien estéticamente. Tampoco estoy en casa, así que no podré actualizar hasta dentro de tres semanas mínimo. Mi verano, está siendo genial. No tengo palabras.

Os deseo un verano que sea como mínimo igual de feliz que el mío. Un beso enorme a todos. :)