domingo, 26 de diciembre de 2010

¡Bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor! 


(supongo que estaréis conmigo en que estos días no son de escribir. Más que nada porque no hay tiempo. Quiero disfrutar de mi gente y mis amigos. Sí, y lo voy a hacer :) Feliz Navidad a todos, nos vemos el año que viene.)

jueves, 23 de diciembre de 2010

(En un portal cualquiera, escogido al azar para intentar solventar sus problemas) 


- Anda, ven aquí. 
- No, ¿qué quieres? 
- Limpiarte la cara, no me gusta verte llorar.
- Siempre dices lo mismo, pero siempre tarde. ¿Por qué me haces tanto daño? ¿Por qué dices una cosa y haces otra? ¿Por qué te contradices tanto en tan poco tiempo? ¿Por qué no sabes valorar lo que quiero darte? ¿Por qué te ríes de mí siempre? ¿Por qué me llamas sólo cuando no tienes nada mejor que hacer? ¿Por qué eres así? Por... 
- Basta ya. No quiero que sigas preguntando porqués. No quiero porque no sé qué coño decirte, porque no sé por qué soy así, porque no sé lo que digo, no sé lo que estoy haciendo, no sé por qué te hago daño, no lo sé; si yo siempre quiero lo mejor para ti y lo que hago es por que tú estés bien. 
- Vaya, veo que no tienes nuevos argumentos a pesar del tiempo. "Lo que hago es por que tú estés bien", mítica frase tuya. Antes sí me la creía, ¿sabes? Antes, cuando era una estúpida que no veía más allá de ti. Cuando te tenía como la persona perfecta, que no quiere hacer daño. Ahora me he dado cuenta de cómo eres realmente. 
- ¿Y cómo soy?
- Ah, ¿no lo sabes? Eres rastrero, eres hipócrita, dependiente, jodidamente odioso. 
- No creo que sea así. 
- Por eso te va como te va, por creerte más de lo que eres. Sólo te digo una cosa: a mí, desde luego, me has perdido del todo. No te voy a decir que espero que te vaya bien, para nada, porque aunque seas la persona a la que más he querido, también eres la persona que más daño me ha hecho y espero que el tiempo te ponga en tu lugar. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y quizás tú ahora te des cuenta. O no, teniendo en cuenta lo egoísta que eres a veces... 
- Adiós. 
- Me encanta que nunca tengas el valor suficiente para hablar las cosas mirando a los ojos. 
- Adiós, he dicho.
- ¿Sabes? Te dije que me llamases cuando me necesitaras, pero creo que no te lo cogería. Así que... hasta nunca. Por cierto, gracias por hacerme ver cómo eres. Gracias por decepcionarme. 
- De nada, para eso estamos. 
- Te equivocas, "estamos" para darnos cuenta por nosotros mismos, pero tu peor enemigo eres tú mismo.


Y ella se queda allí, en el portal, hecha polvo mientras él se va con sus aires de grandeza y su soberbia a otro sitio. No puede creerse que esa chica a la que ha tenido siempre ahí se haya revelado. Pero lo ha hecho. 

martes, 21 de diciembre de 2010

Uno de esos días.

Hoy es uno de esos días en los que me apetece reír hasta dolerme la mandíbula, pero sin embargo he llorado como hacía mucho que no lo hacía. Hoy es uno de esos días en los que debería estar más feliz que nadie por todo el cariño y el apoyo que he recibido, pero que sin embargo esa noticia inútil ha podido conmigo.Hoy es uno de esos días en los que está nublado y en mi cabeza las piezas del puzzle no encajan por mucho que lo intente. Hoy es uno de esos días en los que las canciones tristes rebosan mi reproductor. Hoy. Mañana no. Ni pasado, ni al otro. A partir de hoy voy a ser feliz de verdad. 




Pd. No me gusta poner cosas así en el blog, me gustan más las historias en tercera persona y eso. Pero hoy me apetecía poner cómo me siento, aunque ni yo misma lo sepa.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Tenía un post-it en la nevera donde ponía te quiero que le recordaba ese sentimiento cada vez que iba a llenar ese vacío que había dejado él; otro en la esquina derecha del espejo gigante de su cuarto de baño donde ponía buenos días princesa (esta le recordaba a esas mañanas en las que se lavaban los dientes juntos y jugaban con la pasta de dientes); otro en el cabecero de su cama donde ponía hoy tengo ganas de ti de aquellas noches, mañanas o simplemente tardes que pasaban juntos ahí, abrazados, sin mediar palabra. Lo suyo eran los post-it. Igual que jugaban mucho a poner papelitos de colores por toda la casa hasta llegar al premio (que normalmente era un beso interminable y un perderse entre las sábanas), cuando él la dejó lo hizo con otro. Esta vez era un papel blanco, nada de color. En él ponía lo siento, no puedo seguir con esto. Te quiero. Hasta siempre... Cuando se levantó y lo vio puesto encima de la mesita, no se lo podía creer. Y ahí seguía. En esa mesita roja y blanca que habían escogido juntos. Sus recuerdos rondaban en torno a unos cuantos papeles con palabras y tres álbumes de fotos. 

viernes, 10 de diciembre de 2010

Julliette.

Julieta es una chica normal, tiene sus más y sus menos; sus pros y sus contras. Hay cosas que le gustan, claro. Y otras muchas que odia. Le encanta apretar la pasta de dientes por justo el centro, a la misma distancia exactamente de cada lado; comer nocilla a cucharadas; pasarse las tardes enteras leyendo; beber leche fría, ya sea verano o invierno, con dos cucharadas pequeñas de Nesquik; mojar los donuts en chocolate caliente. Le encanta el Classic Rock, y también la música más romántica; el verde; el rojo pasión. Cuando está triste, escucha Bad Day, de Daniel Powter, que por supuesto, le encanta. También le gusta hacer fotos, a la gente y a ella misma; escribir; dar besos con los ojos abiertos y mirar a la otra persona; mirar a la cara a la gente cuando habla. Le encanta el verano, la playa y los chicos que hablan y se expresan bien. Le encanta más que nada, que le den un buen abrazo de oso. Ella sabe darlos muy bien. Odia que le mientan; que hablen mal de ella; que inventen cosas. Odia que la puerta esté abierta mientras duerme, la puerta y el armario; que la despierten con gritos; que le griten si está cerca. Odia a la gente que siempre quiere llevar la razón; y a la que se cree que lo sabe todo. Odia que suene el despertador justo en el momento más bonito del sueño; y tener sueños imposibles. Odia la lluvia, la nieve y cualquier precipitación; odia llorar, pero lo hace mucho. Odia la “música máquina”, que ni es música ni es nada. Odia a la gente que odia a Michael Jackson; odia el brócoli; la leche sin chocolate o Nesquik; que le digan qué hacer y qué no. Odia a la gente que no tiene personalidad, porque de eso a ella, le sobra.


Pd: Voy tirando de textos ya escritos ahora que tengo exámenes y estrés, pero prometo escribir más. De todas formas, este no estaba aquí aún. :3

jueves, 9 de diciembre de 2010

Lágrimas.

Todo, absolutamente todo se le venía encima. Su espíritu y alma se consumían tan rápido como el cigarrillo que se acababa de encender, pero del que ya no quedaban ni las cenizas. Y lloraba. Mucho. De impotencia, rabia, dolor, alegría, melancolía, amor, ¿odio? Lloraba por algo, pero no sabía por qué. Lloraba por algo, y por todo. Se odiaba a él mismo. Se odiaba por odiarse. Sí, es raro, pero es así. No sabía que hacía ahí, entre esas jodidas cuatro paredes con cientos de fotos. Pero no fotografías cualquiera... Fotos con él. En distintos momentos: besándose, en la cama, en el parque aquel día en el que montaron en todos sitios, haciendo aquel pastel que tanto les gustaba a los dos, él leyendo, él sonriendo, él sin camiseta, con camiseta, con aquella camisa que tanto le favorecía y con esos pantalones que, no le quedaban muy bien, pero le encantaba cuando se los ponía. Se preguntaba... ¿tendrá otro chico fotos de él como las tengo yo? ¿Pensará aún en mí? ¿Por qué? ¿Me dejó de querer? ¿Tuvo miedo de mí? Preguntas sin respuesta, preguntas que él nunca le había aclarado. Se fue, sin más. Se fue y no se dignó ni a dejarle una carta. Ni eso. Desapareció, simplemente. Una mañana despertó y ya no estaba. Lloraba. Mucho. Y desde entonces, las lágrimas corrieron por sus mejillas hasta llegar al mentón, y ahí perderse en la nada...

"Cuando una historia de amor termina, está claro que se puede encontrar todo menos un por qué."

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Odio que llueva los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábados. Pero sobre todo odio que llueva los domingos. Odio que mi madre haga la comida que más odio los lunes, bastante feos son ya. Odio que me digan te quiero a las dos de la mañana un día, y que al día siguiente a las cinco de la tarde me digan no vuelvas más. Odio sentirme engañada, como todo el mundo, supongo. Odio tener exámenes los lunes. Odio la verdura. Pero en todo mal sentimiento, hay uno bueno, ¿no? Amo el buen tiempo, la playa. Amo comer chocolate y Nocilla a cucharadas. Amo a las personas que me aman, por supuesto. Amo que las cosas salgan no como yo quiero, sino como tienen que salir. Aunque de vez en cuando está bien que salgan como a mí me apetece. Amo al amor. Sí, estoy enamorada del amor. Aunque me estén demostrando que hay gente que no lo sabe apreciar. No importa. Amo esta sensación de libertad que me está invadiendo poco a poco. Sí. Creo que por fin le he dado rienda suelta a mi corazón. Ya era hora, llevaba tiempo encerrado y con una ventana que solo veía una cosa. Me lo está agradeciendo. Y mucho. De nada, corazón. Ah, y gracias a ti por hacerme sentir como una jodida mierda en su momento, porque todo tiene un después, y ahora estoy como una espléndida rosa. Acción, reacción, que se llama. 

viernes, 3 de diciembre de 2010

Su sueño era formar parte del Circo del Sol. Tanto era así que se pasaba los días haciendo acrobacias, moviéndose por todo su cuarto de lámpara en lámpara (amaba las lámparas, tenía muchísimas). De la cama a la ventana, de la ventana a la mesita de estudio. Desde aquel día que había ido a ver uno de sus espectáculos en la maravillosa ciudad de Madrid, a la que amaba, se había enamorado de aquellos mimos, arlequines de colores, cantantes, ruedas gigantescas que giraban haciendo parecer que era sencillo; y sobre todo se había enamorado de aquel traje rojo que llevaba un hombre. Era su color favorito, por supuesto. No hacía nada en especial, estaba parado encima de una columna y de vez en cuando hacía un leve movimiento con la mano derecha. Pero ella no podía dejar de mirarlo. Quería un traje igual. Incluso se había pasado horas y horas hasta encontrar el vídeo de esa actuación para hacérselo ella misma. Sí, quería que le costase trabajo hacer esos flecos enormes y pegar esas lentejuelas diminutas colocadas con estrategia justo donde más se veían. Quería que le costase porque sólo así se lo pondría con orgullo cuando trabajase ahí. Porque tenía claro cuál era su sueño, y más claro aún tenía que lo iba a cumplir. Sea como fuere.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

- Lo más importante de todo es que has dado el paso. Has dicho basta ya. Te has hecho, o te estás intentando hacer valer.
- Sí, lo malo es que no sé si es demasiado tarde.
- Nunca es tarde cuando se trata de amor. O de desamor, en este caso.
- Quizás he hecho cosas que no debería. O que no he pensado lo suficiente...
- No te preocupes, de verdad. Ahora sólo piensa en ti.
- Sí, creo que es lo que debo hacer. Qué digo. No creo, es lo que tengo que hacer. No puedo dejar que esto siga pasando, no puedo estar ahí para una persona sólo cuando ella quiera. No puedo quererlo.
- ¿Sabes qué es lo peor de todo?
- ¿Qué?
- Que no sabes no quererlo. En tus ojos se lee un te quiero cada vez que lo ves. No puedes evitarlo, lo sé. Más bien me lo imagino. Y me gustaría poder comprenderte.
- ¿Por qué no lo haces?
- Nunca he querido a nadie. Me gustaría haberlo hecho, pero he considerado que, poniendo como ejemplo casos así, es mejor no darte a nadie.
- Vaya, se nota por tus palabras que no has sentido nada fuerte por alguien. Si lo hubieses sentido sabrías lo que es ese cosquilleo en el estómago cada vez que lo ves. Aunque no te corresponda. Esas ganas inmensas de estar con él aunque sea cinco segundos, esa confianza que puedes llegar a sentir por alguien. Es triste que no lo sepas... ¿sabes?
- Ya.


                                                                                                                          
  "Quiere, por supuesto. Quiere a los demás, pero ante todo quiérete a ti mismo."