sábado, 23 de julio de 2011

Hablé con ella. Me llamó. En su voz noté una felicidad increíble que contrastaba fuertemente con la tristeza que también notaba. Siempre me ha fascinado el poder de los sentimientos, cómo se pueden mezclar. Hablamos de qué era de su vida; hacía tiempo que no sabía nada. Me dijo que era muy feliz, que estaba en un momento de su vida que nunca olvidaría. Sus palabras fueron: "Joa, soy la persona más feliz del universo." Me impactó esa forma de poner su felicidad por encima de la todo el mundo. Y me gustó. Me contó que se iba lejos, que iba a cumplir sueños. Pero que iba a echar de menos a alguien. No le pregunté quién era, ella sólo me dijo: "Echaré de menos la forma en que sus manos me tocan con la misma delicadeza que a las teclas de un piano, su respiración, sus "Luego hablamos, guapa", sus fotos que a veces no me gustan, su (son)risa; echaré de menos que me mande un mensaje siempre que piensa en mí. Echaré de menos perderme en él. Pero quizás, quizás, lo que más echaré de menos será escuchar un "te quiero" suyo." Hablaba con tal dulzura de "él", que efectivamente creí que era la persona más feliz del universo. Me contó como empezó todo, y lo más importante, siempre habló de futuro. No le veía un final a eso. Nunca, nunca, habló de "y si algún día..." Lo quiere. Lo sé. Lo sé por la forma en que lloró de felicidad cuando me lo contaba. La envidio, envidio a Bren.



                                                                                                                                                             Aquí empieza mi aventura. 14 días en 
                                                                                                                                                             OXFORD. Voy a cumplir sueños. 

miércoles, 13 de julio de 2011

Le pregunté el porqué de sus idas y venidas sentimentales y emocionales. No obtuve respuesta alguna, cosa que para nada me sorprendió, allí yo nunca existí, jamás tuve voz y voto y no porque no defendiera mis derechos y mis sentimientos; y como siempre pasaba eso, comencé otro monólogo más de esos que tanto me irritaban pero los cuales eran la única forma de decir "estoy aquí".

"¿Sabes? No sé a ti, pero a mí me empieza a cansar ser la marioneta de esta relación, me empieza a cansar el ir detrás de ti o tu estúpido séquito de amigos y amigas que lo único que hacen es meterte mariposas en la cabeza, empiezo a estar harto de no poder expresarme si no es a través de gritos o lloros, de arrastrarme. Quizás sea lo único que mantiene con vida a nuestra relación, mi actitud. No veo que tengas ilusión, ni siquiera cariño hacia esto que hemos tenido, porque ya no tenemos nada. Me parece increíble que todavía no seas capaz de decir nada, ni de hacer una jodida mueca con la cara para demostrar dolor, alegría, tristeza o algún sentimiento. Oh, mira, algo se mueve en ti. ¿Arqueas las cejas? ¿En serio te sorprendes? ¿En serio te "parece fuerte", como tú siempre dices, que me haya revelado por fin? Te quiero. Y por eso mismo, por ese sentimiento que me despiertas, tengo que dejarte ir. O dejarme ir. No te guardo rencor, simplemente te tendré como algo que me hizo saber qué decir cuando nadie habla."

Y así, sin más, dejé de existir para ella, pero esta vez literalmente. No volvió a llamarme, a día de hoy creo que nunca le importé...