miércoles, 9 de febrero de 2011

Quedaron para tomar un café, pero ninguno de los dos sabía nada. Simplemente ambos habían sentido la necesidad de ir hasta aquella cafetería, un lugar escondido, donde nunca había nadie. Era lunes, y, para su sorpresa, estaba todo lleno, únicamente había dos taburetes libres al lado de la barra. Cruzaron juntos la puerta y en realidad ninguno de los dos se fijó en el otro, pues no sabían lo que les deparaba aquel lugar. A la hora de pedir, él optó por un café verde y ella prefirió, como siempre, un batido de chocolate sin hielo. (odiaba que el batido estuviese tan frío que le provocase dolor de cabeza) Le hizo gracia que esa chica tan guapa (ahora que se fijaba en ella veía que era preciosa) y que aparentaba al menos treinta años, se pidiera un batido, como las niñas. Y eso le encantó. Esa dulzura que le transmitía con las mejillas levemente coloreadas... era perfecta. Lo presentía. Tomaron sus respectivas bebidas y, al salir, se armó de valor y le pidió una primera cita. Lo que no sabían era que el destino ya les había dado la cita que decidiría el resto de sus vidas. Y fue esa, en esa cafetería a reventar de gente desconocida, con el té verde y el batido de chocolate.




Pd. Lo siento, estoy agobiadísima y me es difícil escribir. Así que hasta que no vaya un poco más desahogada no actualizaré mucho. (Necesito vacaciones YA) 

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