miércoles, 1 de diciembre de 2010

- Lo más importante de todo es que has dado el paso. Has dicho basta ya. Te has hecho, o te estás intentando hacer valer.
- Sí, lo malo es que no sé si es demasiado tarde.
- Nunca es tarde cuando se trata de amor. O de desamor, en este caso.
- Quizás he hecho cosas que no debería. O que no he pensado lo suficiente...
- No te preocupes, de verdad. Ahora sólo piensa en ti.
- Sí, creo que es lo que debo hacer. Qué digo. No creo, es lo que tengo que hacer. No puedo dejar que esto siga pasando, no puedo estar ahí para una persona sólo cuando ella quiera. No puedo quererlo.
- ¿Sabes qué es lo peor de todo?
- ¿Qué?
- Que no sabes no quererlo. En tus ojos se lee un te quiero cada vez que lo ves. No puedes evitarlo, lo sé. Más bien me lo imagino. Y me gustaría poder comprenderte.
- ¿Por qué no lo haces?
- Nunca he querido a nadie. Me gustaría haberlo hecho, pero he considerado que, poniendo como ejemplo casos así, es mejor no darte a nadie.
- Vaya, se nota por tus palabras que no has sentido nada fuerte por alguien. Si lo hubieses sentido sabrías lo que es ese cosquilleo en el estómago cada vez que lo ves. Aunque no te corresponda. Esas ganas inmensas de estar con él aunque sea cinco segundos, esa confianza que puedes llegar a sentir por alguien. Es triste que no lo sepas... ¿sabes?
- Ya.


                                                                                                                          
  "Quiere, por supuesto. Quiere a los demás, pero ante todo quiérete a ti mismo."
                                                                                                              

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