martes, 14 de junio de 2011

Un estruendoso ruido le despierta de repente. ¿Qué pasa, qué es, quién eres? Dice aturdido aún por el sueño y la luz molestando en los ojos. Ve su sombra. La reconoce, claro: es ella. Con curvas, aunque las justas. Poco pecho, pelo largo, piernas también. La ve como huir. Pero no lo cree. Llegará tarde al trabajo, como siempre. Es tan despistada... Y así, sin más, se sumerge de nuevo en ese sueño placentero. Quizás no fue lo más acertado, pero fue lo que en ese momento hizo porque jamás habría imaginado lo que iba a pasar. Justo en el tiempo que tardaba en bajar las escaleras, dos minutos y cuarenta y cuatro segundos (se divertían contando lo que tardaban en bajar para comprobar la diferencia con el tiempo cuando subían), escuchó un ruido enorme. Se levantó. Miró por la ventana. No fue capaz de contarme nada más. Lo que sí sé, es que desde ese día, esos dos minutos y cuarenta y cuatro segundos se han convertido en horas. No baja las escaleras por miedo a terminar igual. No quiere abandonar esta vida sin cumplir los sueños de ella. Que también son los suyos. O eran.

Ni siquiera sé el por qué de esta entrada, ni siquiera sé que hago actualizando ahora, si se suponía que debería estar durmiendo y además que hoy no era mi día más inspirado. Ni si quiera sé por qué un final tan dramático. No me voy a preguntar más, vosotros... tampoco lo hagáis, porfa :)

4 comentarios:

  1. No pregunto, si te ha dado por ahí por algo será :)
    Es dramaática de verdad :(

    ResponderEliminar
  2. Hola soy tu 5º seguidor, una persona que leias y comentabas mucho, pero me tienes en el olvido.. asíq como yo a ti no mucho... pues te comento:
    A mi me ha gustado, la entrada esta bien redactada no sé de lo que te quejas! :D
    Un abrazo idiotilla!

    ResponderEliminar
  3. No sabrás el porque de ella pero la verdad es que me gusta muchísimo. Muaaa

    ResponderEliminar
  4. Guapa! :) muy bonito tu blog
    Un beso

    ResponderEliminar