jueves, 23 de diciembre de 2010

(En un portal cualquiera, escogido al azar para intentar solventar sus problemas) 


- Anda, ven aquí. 
- No, ¿qué quieres? 
- Limpiarte la cara, no me gusta verte llorar.
- Siempre dices lo mismo, pero siempre tarde. ¿Por qué me haces tanto daño? ¿Por qué dices una cosa y haces otra? ¿Por qué te contradices tanto en tan poco tiempo? ¿Por qué no sabes valorar lo que quiero darte? ¿Por qué te ríes de mí siempre? ¿Por qué me llamas sólo cuando no tienes nada mejor que hacer? ¿Por qué eres así? Por... 
- Basta ya. No quiero que sigas preguntando porqués. No quiero porque no sé qué coño decirte, porque no sé por qué soy así, porque no sé lo que digo, no sé lo que estoy haciendo, no sé por qué te hago daño, no lo sé; si yo siempre quiero lo mejor para ti y lo que hago es por que tú estés bien. 
- Vaya, veo que no tienes nuevos argumentos a pesar del tiempo. "Lo que hago es por que tú estés bien", mítica frase tuya. Antes sí me la creía, ¿sabes? Antes, cuando era una estúpida que no veía más allá de ti. Cuando te tenía como la persona perfecta, que no quiere hacer daño. Ahora me he dado cuenta de cómo eres realmente. 
- ¿Y cómo soy?
- Ah, ¿no lo sabes? Eres rastrero, eres hipócrita, dependiente, jodidamente odioso. 
- No creo que sea así. 
- Por eso te va como te va, por creerte más de lo que eres. Sólo te digo una cosa: a mí, desde luego, me has perdido del todo. No te voy a decir que espero que te vaya bien, para nada, porque aunque seas la persona a la que más he querido, también eres la persona que más daño me ha hecho y espero que el tiempo te ponga en tu lugar. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y quizás tú ahora te des cuenta. O no, teniendo en cuenta lo egoísta que eres a veces... 
- Adiós. 
- Me encanta que nunca tengas el valor suficiente para hablar las cosas mirando a los ojos. 
- Adiós, he dicho.
- ¿Sabes? Te dije que me llamases cuando me necesitaras, pero creo que no te lo cogería. Así que... hasta nunca. Por cierto, gracias por hacerme ver cómo eres. Gracias por decepcionarme. 
- De nada, para eso estamos. 
- Te equivocas, "estamos" para darnos cuenta por nosotros mismos, pero tu peor enemigo eres tú mismo.


Y ella se queda allí, en el portal, hecha polvo mientras él se va con sus aires de grandeza y su soberbia a otro sitio. No puede creerse que esa chica a la que ha tenido siempre ahí se haya revelado. Pero lo ha hecho. 

3 comentarios:

  1. He leido bastante de tu blog y esta realmente bien! espero que sigas escribiendo con estas ganas, yo te leeré :)

    ResponderEliminar
  2. Hola (:
    He leído varias de los entradas, y me gustan. Te sigo. (:

    ResponderEliminar